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Boletín del Teatro de la Zarzuela Junio 2018 INICIO | TEMPORADA | ABONOS Y LOCALIDADES | P. DIDÁCTICOS | AUDICIONES | GALERÍA | ACTUALIDAD | QUIÉNES SOMOS | INFO | ÚNETE | ||||||||
La revista o comedia musical española fue una versión sofisticada afín a la ideología del público que demandaba este tipo de espectáculos. Pero en los años de postguerra en España la censura condicionaba temas y argumentos, así que el deleite de la pequeña burguesía se conformaba con una comicidad casi ingenua y de buen tono; todo se plantea entre un conformismo amable y nada comprometido con los grandes ideales o los valores sociales. En su momento ¡24 horas mintiendo! fue considerada una obra con mucha agilidad y movimiento escénico, así como un excelente ejemplo de espectáculo apto para todos los públicos y repleto de plumas, lentejuelas y sombreros de frutas. Las melodías alonsinas aparecen salpicadas de notas exóticas —gracias a la maestría de Alonso— con «elocuencia, garbo y poderío melódico» en los ritmos y melodías americanas, así como en los españoles o europeos. Con este título el director de escena, Jesús Castejón, redescubre «aquellos olores, sonidos, rumores y melodías por los que había transitado a muy corta edad cuando los teatros de España eran mis primeros lugares de juegos y aventuras»; se trata de una buena comedia que «se enmarañaba de la forma más divertida posible» lo que hace de ella «un gran musical español, como lo fue en la época de su estreno». Carlos Aragón, director musical, recalca la singularidad de la pieza como comedia musical «lo que la emparenta con los musicales que tanto en Broadway como en Hollywood vivían su época dorada en los años 40 del pasado siglo. Pero esa singularidad radica, además, en su formato más castizo, porque se trata de una revista brillante, hilvanada a través de un argumento entre inverosímil y surrealista. Es un auténtico vodevil». En resumen, Alonso consigue una atmósfera de música siempre al servicio del ritmo teatral; en este caso, trepidante e inspirado. La versión libre de Sanzol y la dramaturgia de Castejón conforman un espectáculo chispeante, donde aparecen reflejados algunos de los males de la sociedad de entonces y de ahora, centrados en el cinismo del mundo de la gastronomía, la política y el espectáculo. | ||||||||
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